Propuestas para mejorar la educación (2): la innovación en clase
La innovación en todas las áreas de la educación es un tópico manido, pero también un proceso necesario. Los alumnos de los colegios, como la sociedad en general, cambia sus necesidades con el tiempo y la educación debe adaptarse a tales cambios y, cuando pueda, intentar ir por delante de ellos.
No se trata de presentar algo novedoso sin más, sino algo mejor a lo que hay. Y mejor significa adecuado, tanto en el tiempo como a los individuos. A los niños se les llega de distintas formas hoy que hace cinco, diez y veinte años porque están influidos por los medios, la escuela y la familia de una manera distinta. Y el mercado laboral, que es el que les dará de comer, cambia contínuamente sus demandas y su estructura. No podemos, pues, ser conservadores en la forma de soñar la escuela.
Las fórmulas pueden ser variadas. Los libros de texto siguen siendo efectivos, pero deben ser complementados. Tal vez sea necesario ampliar miras e implementar videojuegos, por ejemplo. Igualmente, los juegos de rol, las salidas al campo o los trabajos en grupo pueden ser soluciones válidas para aprender experimentando. Igualmente, los debates, la investigación por su cuenta y las exposiciones pueden ser estimulantes. A veces puede ser válido el método socrático, preguntar a los niños y estimular su reflexión en lugar de desvelarles las soluciones de todas sus preguntas.
La realidad del alumnado del siglo XXI es la de niños y adolescentes saturados de información y sobreestimulados por la constante exposición a medios y actividades llamativas y cambiantes. El reto, pues, ha dejado de ser transmitirles los conocimientos. Ante esta situación, los estudiantes deben aprender a aprender: buscar la información adecuada, seleccionar la más fiable, organizarla según sus fines, analizarla en base a comparaciones y criterios y, finalmente, comunicarla con orden y claridad. Solo según este proceso puede llegar la verdadera alfabetización digital.