Propuestas para mejorar la educación (6): la autonomía de los centros
Cada escuela es un mundo. La sociedad y sus hijos es distinta a cada barrio, a cada pueblo, a cada ciudad. No es lo mismo la periferia madrileña que Bilbao o el distrito rico de Barcelona que un pueblo de Cuenca. El entorno importa mucho en la educación, y cuando se trata de mejorarla, mejor apostar por quien la conoce, así que la proximidad es un argumento.
Sería injusto legislar igual realidades escolares distintas. Tendría poco sentido concretar al máximo todas las casuísticas posibles y todos los problemas que existen en los colegios españoles. La solución para encontrar la solución adecuada a cada problema es la autonomía de los centros escolares.
Cada centro debería poder tener su proyecto educativo propio, elaborado entre la dirección, el profesorado y las familias. En un marco único, sí, pero bajo los criterios que sean necesarios para cada zona. La descentralización debe dar poder a los centros y a los maestros, que al fin y al cabo son los actores principales de la acción educativa.
Esta autonomía requiere, por supuesto, rendición de cuentas. Profesores, centros y directivos deben ser evaluados técnicamente y deben ajustarse a los criterios políticos que se hayan pactado. Más allá de la evaluación, sin embargo, la libertad de acción debería poder permitir mayores cotas de innovación pedagógica y seguimientos más individualizados al alumnado con necesidades especiales.
No se trata de poner la autonomía como un fin, sino como un medio para conseguir una educación que fomente la igualdad de oportunidades y potencie al máximo las posibilidades de cada cual sin importar la familia o el entorno en el que vive.