Corría el 1995 cuando los vecinos de la región de Orocovis, en Puerto Rico, empezaron a encontrar sus animales de granja, como conejos, pollos, cabras y ovejas, muertos sin una causa clara. Los animales aparecían tumbados en el suelo con dos pequeños orificios en la garganta y totalmente desangrados.
A veces, y esto es lo más extraño, se encuentra un solo orificio en el cuello cubierto de una extraña sustancia viscosa. Los orificios, en todo caso, serían de los colmillos, y la falta de sangre sería a causa de la alimentación de la bestia, de donde le viene el nombre. El chupacabras, pues, sería una bestia a la que no le darían miedo las poblaciones, ya que no tiene problemas en acercarse a las granjas y a los establos, pero sí a los hombres, puesto que raramente se ha dejado ver.
Con los años, se produjeron algunos avistamientos. Las descripciones oscilaron entonces entre los canguros y los conejos gigantes. En todos los casos eran bestias que andaban sobre dos patas con garras delanteras puntiagudas y ojos rojos muy separados. Algunos lo asemejaron a un reptil por la apariencia de su piel, otros dijeron que tenía colmillos grandes y afilados, lo que cuadraría con los agujeros de las gargantas de las víctimas, e incluso hubo quien los describió como lobos grandes que andaban con las patas traseras.
Actualmente hay pocos defensores de la existencia del chupacabras, ya que algunos estudios realizados a los animales muertos han concluido que se deberían a ataques de murciélagos muy grandes o bien cánidos, como podrían ser los lobos, los coyotes o los cánidos. De todos modos, lo que nadie ha conseguido responder es por qué solamente hay un orificio en algunos casos y qué es la extraña sustancia que se encuentra en algunas gargantas de animales muertos.