Francesc Torralba: “La educación es un desierto espiritual”
Doctor en filosofía y teología y autor de más de 70 libros sobre ética y espiritualidad, Francesc Torralba es uno de los conferenciantes y tertulianos de más prestigio en lo que se refiere al campo de los valores. En Pequejuegos nos ofrece una visión sobre la educación desde su doble visión de padre y académico.
Qué recuerdos guardas de tu infancia?
Pude jugar, pude estudiar y no conocí lo que eran las necesidades, sin que eso signifique que tuviera un entorno de lujo. Fui a una escuela con pedagogía abierta, mixta, y todo lo que es mi vocación de filósofo va ligada a un profesor. Yo iba para químicas, pero me encontré con un profesor excepcional que me hizo ver unas preguntas que me interesaban. Este profesor no tiene presencia pública, no ha publicado y ha enseñado siempre oralmente en una escuela, pero fue quien me clavó el dardo de la filosofía. Después vino la dedicación a la universidad y la escritura, pero ya siendo niño me hacía esas típicas preguntas que se hacen los niños de una forma especialmente intensa.
Me gustaría que comparásemos estos recuerdos que tú tienes con lo que vemos hoy en día, con la realidad de los niños hoy. ¿Cuales son las diferencias fundamentales?
Cuando comparo mi infancia con la de mis hijos, con una distancia de 30 años, veo enormes diferencias. Te diré tres. uno, el factor tecnológico. Nosotros tuvimos una infancia muy independiente de lo tecnológico. En cambio, ahora los veo muy dependientes de los artefactos, de las redes sociales, de estos teléfonos en los que quedan casi atrapados. Los usan constantemente para comunicarse, para relacionarse, incluso para seducir. Hace 30 años éramos más libres. Podíamos pasar horas jugando a hacer cabañas, yendo al río o saltando a la cuerda. Y la cuerda es un instrumento tecnológico, ciertamente, pero muy rudimentario.
El segundo elemento es la aceleración. Recuerdo tener veranos largos y tardes largas, podiamos estar jugando al tren o a Lego durante horas. Ahora los veo superocupados, en un entorno muy competitivo. En la vida adulta ya sabes que debes pensar qué hacer con el tiempo, qué haras con la hora que te queda, pero ahora un niño de cinco o seis añitos va empaquetado de extraescolares, primero para resolver el problema de los padres, que no están en casa, y segundo porque se piensa en términos de competitividad. Los padres miran cómo sus hijos puede ser mas competitivo de aquí 5 o 10 años.
El otro elemento es la fragilidad de los vínculos, esto que Zygmunt Bauman explica como el mundo líquido. Esto lo veo en clase. Cuando teníamos 10 años, a lo mejor habia un niño con padres separados. Pero hoy las rupturas conyugales son muy altas, las fracturas son rápidas y eso afecta a la infancia. Un niño necesita estabilidad, orden y rutina. Un entorno inestable, sea porque tiene que ir de una casa a otra, sea por criterios educativos distintos, perjudica al niño.
¿Y qué hemos ganado en este tiempo?
El acceso a la informacion. Nosotros para informarnos de quien era Wolfang Amadeus Mozart teníamos que ir a la biblioteca más cercana, buscar la enciclopedia Sopena y encontrabas cinco líneas en castellano, y eso era lo único que sabíamos. En cambio ahora pones “Mozart” en Google o Yahoo, que es lo que hacen mis hijos, y encuentras páginas y páginas de información, pueden escuchar Las bodas de Figaro… es una hiperinformacion que les hace estar mucho mas conectados a las fuentes de conocimiento. Claro, necesitan una brújula, alguna herramienta que les diga si los contenidos de una página web son consistentes, si el agua es pura, si se puede beber.
Tambien es muy positivo que sean transparentes y la “destabuización”. Hay preguntas que no he hecho ni haré a mi padre y, en cambio, a mi mis hijos me han preguntado cosas que yo no pregunté. Eso significa que hay una relación más simétrica, y eso es bueno, porque significa que el padre no da miedo, no es aquella figura distante a la que no se le puede decir según qué porque se enfada. Es bueno que la relacion sea horizontal sin perder la autoridad. Antes tenias que informarte por tu cuenta de según que temas, siempre había alguien, el más listo de la clase, que sabía algo de sexo: “Pues mira, esto va por aqué, aquello va así…”. Ahora preguntan en casa. Pero yo nunca he hablado ni hablaré de la homosexualidad con mi padre, por ejemplo.
A nivel literario tu has escrito distintos libros que pueden ser aprovechados para educar. Uno era “No paséis de largo”, donde aterrizas la parábola del buen samaritano para niños de primero.
Eso fue una experiencia de audacia, porque me invitaron a hablar a una escuela a niños de quinto sobre lo que es la ética. Claro, yo suelo pillarlos en cuarto de universidad, con veintidós años o así, y por lo tanto el lenguaje, el tono, las categorías son otras, pero acepté la propuesta. Había una editorial que lo grababa y luego se transcribiría para hacer un libro. Me pareció que lo mejor era empezar por una historia. Tanto para niños como para adultos, si tú empiezas con un cuento en una clase de 80 personas, la gente está atenta. Entonces empecé: “había una vez un hombre que iba de Jerusalen a Jericó, unos ladrones le apalizaron, le robaron y lo dejaron medio muerto, pasaron personas sin hacerle caso y solamente uno se paró, lo llevó a una posada para que lo atendieran, pagó y se fue”. Los chicos escucharon con atención, ninguno la había escuchado todavía. El caso es que creí que para hablar de ética debía usar una historia con un personaje que respondiera a la llamada del otro. Para mí, la ética es la respuesta a la llamada del otro. Hay ética cuando no pasas de largo. Cuando un estudiante te pide ayuda y tú pasas de largo, te haces el sordo o el ciego, no hay ética.
Entonces, a partir de aquí, fue bonito porque empezamos a hablar de lo que era la ética de que habia personas éticas, de si sus padres son éticos, de si los paises son éticos. ¿Y que vi? mucha frescor en las preguntas, cuestiones muy libres, muy politicamente incorrectas, preguntas que no me encuentro en la universidad porque ya se autocensuran más.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo la pregunta “por qué debemos ser buenas personas”. Esto jamás me lo han preguntado en la universidad, se da por supuesto que debemos ser buenas personas. Pero un niño me preguntó que por que debemos ser como el buen samaritano.
¿Y que respondiste?
(ríe) Que en la bondad, si le buscas alguna razón, ya no es bondad. Si tu haces un acto con interes ya no es bondad, hay cálculo. Este señor, ¿por qué hace este concierto? Para ganar dinero. Este señor, ¿Por que ayuda al otro? Porque despues le ayudará a él. Pues la ética es gratuita. A la respuesta de por qué debemos ser buenos no existe. Cuando tu abuela te hace la comida el domingo no te pasa factura. Entonces no sería buena. La donación gratuita es una accion ética. Si hay un cálculo de rendimiento y de resultados no hay ética.
Hay diferencia entre un hombre que entra en una iglesia desierta y deja 500 euros como donativo y quien hace lo mismo pero llama a los periodistas. Es la discreción, el anonimato, que no te aplaudan, buscar el rendimiento de imagen. Otro ejemplo. Viene un estudiante a tu despacho, está destrozado porque sus padres se han separado, tú le dedicas una hora y se va un poco más animado, pues esto es gratuidad. No te lo pagan como profesor. Eso es tiempo, dar tiempo.
¿Y cómo trabajamos la ética?
La escuela, a pesar de las dificultades que tiene, y tiene muchas, se ha tomado muy en serio la educación en valores. Lo que pasa es que, claro, hay una enorme pluralidad de comunidades educativas, con escuelas privadas, concertadas y públicas, y el tema está en discernir qué valores queremos potenciar en los niños. Es importante que este trabajo tenga una continuidad en el tiempo. Imagina que queremos trabajar la cultura del esfuerzo. Es un valor que tiene una gran unanimidad: yo doy una conferencia sobre la cultura del esfuerzo casi cada semana, durante todo el año. Me lo piden las asociaciones de padres, da igual de dónde, desde el Opus hasta la escuela cooperativista marxista del Hospitalet, da igual. Hay valores consenso, como este.
“Todas las escuelas se ponen de acuerdo en la importancia de la cultura del esfuerzo”
Tambien hay otro tipo de valores que entran dentro de las opciones individuales, por ejemplo el valor de la oración. Una escuela puede decir: los niños deben orar, es valioso que oren. Y otras escuelas dirán que “uno puede ganar mucho dinero sin orar”, “puede tener un gran bienestar sin orar”, “no creo que los alumnas deban orar”. Es muy complicado que un padre diga que no cree en la cultura del esfuerzo, muy difícil, jamás lo he encontrado, así que en el presente debemos identificar los valores comunes y potenciarlos, y a la vez es legítimo que comunidades educativas con ideario e identidad religiosa tengan valores de caracter religioso.
Pero eso no siempre se hace. Vas a una escuela religiosa y solo se potencian valores laicos. A veces se olvidan de valores como la meditacion, la contemplación, el silencio, la oración, el perdón, una serie de valores que forman parte de una constelación que sería el universo religioso. Entonces debemos potenciar éstos pero sin olvidar lo que me gusta llamar campo de intersección, ese paquete de valores que, seas de izquierdas o derechas, homosexual o heterosexual, ateo o creyente, quieres potenciar.
Pero siempre habrá quien te pida cómo valorar esa enseñanza, cómo examinarla, cómo programarla. ¿Es necesario que los valores se traten como contenidos?
No. Se han hecho asignaturas y no han tenido el resultado que se esperaba, porque siempre es diferente una transmisión de conocimientos a un tipo de acción educativa que busca transformar la persona. Una cosa es saber lo que es la paciencia y otra es ser paciente. Entonces lo que pasa en la educación moral es que no queremos que sepan lo que es la templanza, la prudencia o el perdón, sino que queremos que sean prudentes y que sepan perdonar, y no se puede enseñar de la misma manera una cosa y la otra. Debemos hacerlo de una forma distinta. Transmitiendo valores como contenidos no lo haremos bien. Podemos conseguir que el que es impuntual sea puntual, que quien era temerario conduciendo o bebiendo sea prudente, debemos transformar el ser. Entonces debemos introducir un tema que es la acción transversal sobre la persona, picando todos en la misma dirección, y aun así no está garantizado. No puede ser que intentemos cambiar algo con una intervención puntual.
Hay que ser constantes.
Como una gota malaya. Si miras las estalactitas o las estalacmitas te das cuenta que llevan siglos trabajando, todo está oscuro y va cayendo la gota, creando algo nuevo.
Pienso en dos realidades: una, la educación en esplais y grupos escoltas y otra el deporte. ¿Aqui se trabajan valores, por qué debemos ir a las aulas si ya tenemos estas realidades?
Totalmente. Yo he defendido que el deporte es un instrumento poderosísimo para la transmisión de valores nobles, como la disciplina, el autocontrol, el trabajo en equipo, la solidaridad, la humildad, el esfuerzo, la constancia… Es un verdadero abanico de valores el que se ejercita practicando el deporte. Yo mismo soy corredor de fondo y voy en bici, y he aprendido humildad y he conocido mis límites. Aprendes a dosificarte, ejercitas la prudencia, el autocontrol o la tenacidad.
Y la educación en el tiempo libre tambien tiene de todo eso, pero no solo el esplai. Fíjate en la música. Una niña que está tocando el violín o cantando delante de un montón de gente también está siendo educada en valores. El autocontrol, la autocontencion, la superacion del miedo escénico, la autoestima, la confianza en uno mismo… ¡Es inmenso lo que aprende! Y lo mismo con castellers, con los grupos religiosos, con los campamentos… Si es tan poderoso, ¿por qué meterlo en educacion formal? Es una buena pregunta. Yo diria que hay muchas personas que no hacen estas actividades, que hay familias que no las valoran o que, sencillamente, no tienen las posibilidades económicas o su entorno es complejo, y por lo tanto la escuela lo es todo.
“La educación en el tiempo libre es una fuente de educación en valores enorme”
Después hay otro argumento. La escuela no puede ser neutra moralmente. Estamos en democracia, y hay una serie de valores que deben estar: la tolerancia, la participacion, la libertad de pensamiento y la libertad de expresión. Toda una serie de valores que yo llamo prepoliticos, que son los que sustentan una democracia. Cuando fallan, la democracia se hunde.
¿Por ejemplo?
La equidad. Imagina una escuela donde te digan que les da igual si hay racismo. Hombre, no te puede dar igual, porque el valor de la equidad, el valor de que da igual que seas hombre o mujer, gitano o payo, negro o blanco, debe estar. La escuela debe tomar opciones, y éstas deben ser democráticas. Entonces ésta es una de las explicaciones por la cual es bueno que haya valores. Después debe haber instrumentos de medición por si hay una transmisión de valores igual que la transmisión de conocimientos en ciencias o matemáticas. Va por otro conducto.
Hablas de valores prepoliticos, pero han sido politizados con las reformas educativas, y pienso en la asignatura de educación por la ciudadanía, que fue polémica cuando nació y también hace unos meses, cuando se reformó. Hay dos partidos que no se ponen de acuerdo en los valores mínimos.
Lo que opino es que, como en muchos otros temas, lo que nos falta es madurez democrática, y nos falta hacer pactos transverdales independientemente de las fuerzas políticas que gobiernen. Se consiguió con mucha dificultad en el ámbito terrorista, se consiguió en el ambito social, con los Pactos de Toledo, pero no en educación ni en salud. ¿Por que? Porque la educación es muy golosa. Es muy fácil que el político tenga tentaciones de ideologizar y adoctrinar en las aulas y eso es muy atractivo. Lo que veo es que en los países de tradición democrática y que estan mucho mejor situados que nosotros año tras año en los informes Pisa hay un pacto en educación, de tal manera que las fuerzas políticas más importantes de cada país dicen que deben pactar horas, temas y contenidos y no se toca. O, si se toca, se hace mediante pacto. Pero no puede ser que cada vez que sube uno al poder haga una reforma educativa.
“En los países con tradición democrático ha habido un pacto por la educación entre los principales partidos pero aquí no”
Es una crítica compartida por la gran mayoría de la población, pero no aprenden.
En el mejor de los casos el que sube al poder hace las reformas pensando que mejorará la calidad del sistema, pero pronto ves que hay elementos que obedecen a planteamientos ideológicos de los que mandan. No es extraño que el PSOE quiera plantear que hay distintos modelos familiares, igual que el PP quiere plantear que hay uno y que los demás son marginales o estan fuera de lugar. Hay una tendencia en entrar en un terreno que debería ser sagrado y que no se tocara. Nos falta un pacto de Estado y nos falta madurez democrática.
Vámonos ahora a tu último libro. Inteligencia espiritual para niños. ¿Qué buscabas con este libro?
Había un marco teórico que publiqué en 2010, Inteligencia espiritual, y este mes de junio salió la segunda parte. La acogida del primero me sorprendió. ¿Y quién tenia interés? La escuela. Tras Howard Gardner y sus inteligencias múltiples descubrimos que había distintas inteligencias y vimos que una educación integral tiene como finalidad desarrollar cada una de ellas. Gardner abrió la puerta a una inteligencia de lo trascendental, pero no la desarrolló. Tambien entendió que tal vez había más inteligencias. Luego vino Goleman con la inteligencia emocional, un paso más. Zohan y Marshall escribieron después sobre inteligencia espiritual y me interesó mucho, porque la educación es un desierto espiritual. Este tema lo hemos dejado completamente dejado.
Hay dos déficits muy grandes. Uno es la inteligencia emocional, que se está corrigiendo, aunque tardaremos. Tenemos adultos analfabetos emocionalmente, solo hace falta ver lo que pasa en un choque circulatorio, en una cola de coches, gente que pierde los nervios, que insulta, que grita… Veamos la violencia doméstica, lo que se desencadena, que podrías decir: “¿Usted no tiene un minimo de autocontrol emocional?”. Estamos rodeados de adultos analfabetos emocionales.
¿Y el déficit espiritual?
Ese es otro. Tenemos niños que no saben estar en silencio con ellos mismos, contemplar, ya no digo orar. Niños que no saben interrogarse por el sentido de la vida, visualizar hacia dónde quieren ir, saber valorar la calidad de sus vidas, tomar distancia de sus relaciones. Hay una serie de elementos que nos facultan esta inteligencia que no hemos estimulado nada. Este último libro investiga cómo educar esta inteligencia en los niños. Independentemente de la fe de sus padres. Es como la inteligencia lingüistica. Todo el mundo la tiene: yo, que hablo catalán, el que habla ruso, todos. O emocional: usted tiene odio, yo resentimiento, el otro otra cosa, pero ¿que hacemos con estas emociones? ¿como lo gestionamos?
“Tenemos niños que no saben estar en silencio con ellos mismos, contemplar, interrogarse por el sentido de la vida”
En el libro hablas de dos barreras para el cultivo de la inteligencia espiritual, el consumismo y la banalidad.
A ver, la banalidad es la atmosfera que nos envuelve a todos, especialmente a niños y jóvenes, es esta tendencia a tratar lo accidental como fundamental y a olvidar lo realmente fundamental. Mira de lo que hablamos habitualmente. mas de la mitad del verano lo pasamos dando vueltas a la chapuza del Ecce homo. Que si la mujer hizo un garabato, la gente hablando, periodistas de Japón viniendo a verlo… ¡Oye, que la gente se muere de hambre! Hay más de 30 guerras en el mundo, la mitad de jovenes está en el paro, ¿de qué estamos hablando? La banalidad es hablar de los pechos de Ana Obregón o del tendón de Ronaldo. Es ocupar páginas, tiempo, tertúlias y periódicos hablando de lo mas anecdótico, y nos pasamos la vida hablando de eso. Fue el Ecce homo, después, que Ronaldo está triste… La banalidad es eso.
En este país es difícil encontrar un joven que no sepa quien es Belén Esteban, muy difícil, pregúntalo en un aula. Pero si preguntas si alguien sabe quien era Frederic Mompou, o Narcís Monturiol, o Jacint Verdaguer, verás. Pontificamos a un montón de personas que no han hecho nada y que generan un montón de literatura. ¿Qué han aportado a la humanidad estas personas?
Josep Ramoneda habla de la cultura de la indiferencia, del olvido de lo esencial.
Es muy bueno, Ramoneda, y aquí acierta. Nos rodeamos de mamparas, estamos como moscas pegadas a una telaraña y lo esencial se va. Lo esencial es el hambre, pero también el sentido de la vida, saber por qué trabajamos, la libertad, el amor, todo esto queda al margen. Es la banalidad.
¿Y el consumismo?
El consumismo es un modelo que basa la felicidad en el tener. Cuanto más consumo, más feliz soy. Y es una idea de felicidad que parte de la premisa, para mi falsa, de que cuanto mas tengo, y más rápidamente lo consumo, más soy. Lo comparo con intentar calmar la sed bebiendo agua del mar. Cada vez tendrás mas sed. Yo no estoy contra el consumo, debemos consumir, es necesario, el problema es el consumismo, que es una religión, y la exhibición. Los niños son víctimas de esta religión invisible. Tienen el móvil, pero quieren otro con mas prestaciones. Estan en una cadena de la que es muy difícil librarse. Y los padres vamos concediendo.
Es complicado tener criterio, hay muchos estímulos tanto para los niños como para los padres.
Claro, en casa te conviertes en un monstruo, tienes un papel muy incómodo,porque el niño va por un mundo lleno de mostradores que le seducen, y debes ir diciendo que no, que no es necesario, que se puede jugar con menos, y entonces debes ir alternando el no y el sí, pero las seducciones del entorno son muchas. En casa soy quien tiene el teléfono más viejo y con menos prestaciones. Mi hija de trece años tiene un móvil infinitamente mejor que yo. Tú batallas, pero observas, y quien no sigue se convierte en un marginal.
Y entonces entre ellos no pueden comunicarse por el último canal que ha salido, por el ultimo chat o red social…
Sí, es como si tus amigos tienen bicicleta y tú no no puedes ir con ellos, y no vale el argumento de que mi primer teléfono fue a los 40 años, porque te dicen que vivías en el paleolítico.
¿Cómo bloquean el desarrollo de la inteligencia espiritual la banalidad y el consumismo?
Los entornos cuentan, y para desarrollarse, una inteligencia necesita de un entorno estimulante. Tomemos la inteligencia musical, por ejemplo. Si tú vives en un entorno donde no se escucha música, estimulas de otra manera la inteligencia musical que si estuvieras en un entorno donde tu padre pone música clásica o si tu madre toca el chelo. Todo ello estimula una inteligencia. Lo mismo ocurre con la inteligencia lingüística. Todos tenemos capacidad de hablar al nacer, pero si estamos en un entorno donde nadie habla, o todos gritan, o la gente se pega, como en la jungla, no estimulas esa inteligencia. Necesitamos un maestro, unos padres, alguien que estimule. Es lo que sucede en la inteligencia espiritual: hay una potencia, podemos educar al niño para que sepa preguntar por el sentido de la vida, que sepa estar en silencio o experimentar admiracion ante el mundo, pero si está en un entorno consumista y banal, lo esencial quedará escondido porque lo banal ocupa el centro.
Pero la mayoría de los niños sí hacen muchas preguntas.
Preguntan por el sentido de la vida y entonces le dicen que eso son tonterias. Esa inteligencia queda entonces amputada.
No obstante, muchos programas del corazon hablan de sentimientos, o de la superfície de los sentimientos, si se puede llamar asi. Lo que quiero decir es que a la gente le interesan las emociones, aunque tal vez solo las de los demás.
Naturalmente, pero hay una diferencia. Si lees a Shakespeare verás como habla del amor y qué distinto es de como hablan los pseudofamososos. Toda persona, cuando se desarrolla espiritualmente, tiene deseo de profundidad. De ir a fondo. Pero si se encuentra en un entorno que censura el ir a fondo, se quedará en la superfície. Y si estás en un entorno donde todo es superfície, creerás que no existe el fondo. En la escuela debemos hacer ver que existe esa profundidad, que cuando decimos amigo, decimos mucho mas, que cuando decimos felicidad, vamos mas allá de lo que dice la gente, lo mismo que si decimos libertad. Y quien es espiritualmente inteligente es capaz de ir mas allá en estos temas, como el plomo en el agua.
¿Decimos libertad? Elegir entre Trina y Fanta. ¿Sabes la cantidad de libros que hay sobre este tema? ¿Decimos amor? Dos personas copulando. ¿Felicidad? Tener mucho. ¿Esto es la felicidad? Hay mucha gente rica que es desgraciada. Se puede ir a fondo, pero en un mundo donde se censura la profundidad, por ejemplo, en los medios de comunicacion, debes romper una coraza. Los medios viven de la audiencia, y es importante poder rascar al oyente, decirle que el fondo le interesa.
Hemos hablado de deporte y me gustaría recuperar el tema. Ha habido un cambio en la educación física si miramos en perspectiva. ¿Encuentras relación entre la progresión del concepto de la educación física y el boom de la práctica deportiva entre adultos?
Esto lo trabajamos en clase, en la facultad de ciencias de la actividad física. Uno de los temas que más me gusta tratar es la finalidad del deporte. ¿Por qué las personas hacen deporte? Especielmente los de riesgo o los que requieren sacrificio o esfuerzo, como el alpinismo o el triatlón. No se trata de pillar una raqueta y dar cuatro toques. Hablamos de deportes que piden un cierto ascetismo para hacerlo bien, y eso me interroga. Estamos en una sociedad en la que somos indolentes para muchas cosas, incapaces de esforzarnos, pero en cambio para otras cosas somos capaces de esfuerzos extraordinarios. Este tipo es incapaz de leer a Shakespeare, pero en cambio corre 21 quilómetros. Este tipo no puede entrar en una iglesia, le cansa el ritual, pero se levanta a las 7 de la mañana y escala el Aneto con temperaturas extremas. ¿A qué obedece esto?
Una razón seria el afán aventurero: el deporte te da vitalismo, te da épica, retos, es la zanahoria. Hay gente que inicia el septiembre pensando en una competición del mes de marzo. Es un aliciente para quien no esta lleno por su vida personal, por ejemplo. Tambien hay quien se exhibe. Salir del anonimato, buscar el reconocimiento. Yo he sido ciclista y lo he visto en un compañero: ese hombre tiene una vida laboral plana, su matrionio hace aguas, pero aquí nadie sube los puertos mejor que él, y eso le daba autoestima. Pienso que pueden ser más estos factores que lo que hay en el colegio.
Terminamos con una pregunta sobre tu vida como tu padre. Tienes cinco hijos, tal vez haya celos entre ellos, ¿como los trabajas?
Sí, sí que hay. Mira, hay que valorar que siempre estarán. Los trabajas mostrando que todos tenemos posibilidades y limitaciones. Si muestras que uno solo tiene posibilidades y otro limitaciones, los celos estarán servidos. “Este niño hace muy bien las matemáticas, pero tú tocas bien el violín”: debes reducir a quien solo cree tener posibilidades para que conozca sus limitaciones y hacerle ver al que se cree menos que tiene muchas posibilidades. Dos, debes liquidar las comparaciones. Hay gente que ha conservado resentimiento contra su hermano por culpa de su padre. “Era el modelo, el ideal, el que hacia bien cualquier cosa…”. Eso despierta celos y resentimiento, que es peor.
“Un hijo no es un patrimonio, sino un cheque en blanco al que le das tiempo y recursos sin esperar nada a cambio”
Finalmente hay que enseñar a dominar. Los adultos tambien somos celosos. Ese tiene 30 años y ya tiene mejor cargo que yo, ese otro ha hecho un libro y ha vendido un millón de copias y tú con 70 eres un muerto de hambre. La celosía es una constante, debemos evitar suscitarla y debemos dar mecanismos de autodominio. Reconocemos que otro es mejor y aplaudimos.
¿Qué retos se te han planteado como padre?
La paternidad es un viaje sin retorno, es una etapa completamente nueva, porque en tu mente y en tu corazon hay nuevas personas. Primero debemos entender a los hijos, ver lo mas valioso que tienen y tratarlos segun las edades. No les podemos exigir niveles de madurez o prudencia de gente de 30 años. A veces nos olvidamos de eso y de cuando teníamos nosotros sus edades, y los juzgamos precipitadamente. Los padres no somos propietarios, estamos para servirlos, para ayudarles a volar. Al hijo lo tienes, lo acojes y le dejas volar, le das herramientas para que haga un vuelo muy alto. La finalidad es que ese vuelo sea alto, y a veces hay un instinto posesivo. Un hijo no es un patrimonio, un terreno que compras para invertir. Es una apuesta, un cheque en blanco. Das tiempo y recursos, y si me lo agradeces bien, y si no, también.
Imagen: Francesc Torralba.